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Lisette Oropesa: "Cantar es la forma perfecta de sentir que no estamos solos"

La soprano estadounidense Lisette Oropesa es una de las voces más aplaudidas y respetadas del momento. Tras pasar por los mejores escenarios del mundo, como La Scala de Milán, el Met de Nueva York, la Staatsoper de Viena o el Covent Garden de Londres, durante este mes de diciembre acudirá al Maestranza de Sevilla y al madrileño Teatro de la Zarzuela para interpretar sendos recitales, donde unirá zarzuela y canción, tanto española como cubana, de donde proceden sus raíces. 

Se encuentra usted entre funciones de La traviata en la Royal Opera House, ¿Cómo están resultando?

Están yendo increíblemente bien. Es maravilloso ver no sólo que la sala está llena, que el público está viniendo al teatro... sino que, además, se vuelven locos con la música. Gente emocionada, ¡incluso gritando! Y críticas muy buenas, muy generosas. Me siento muy agradecida porque esta no es una producción nueva, sino de hace años, muy de la casa, muy londinense. Todo el mundo la ha cantado y todo el mundo la ha visto ya, por lo que soy muy afortunada de que se esté recibiendo así.

¿Traviata es siempre una meta a alcanzar para la mayoría de las sopranos?

Sí, para cualquier soprano. Es un papel soñado para todas nosotras, aunque no sea un papel que pueda cantar cualquier cantante, porque exige mucho, muchísimo. Tiene un primer acto lleno de coloratura, un segundo muy lírico y un tercero especialmente dramático. Emocionalmente es muy exigente y muy difícil. La mayoría de sopranos líricas o lírico-ligeras prefieren esperar a tener una madurez ya no vocal, sino emocional también a la hora de abordarlo.

¿Siendo soprano es más fácil alcanzar la fama cantando Verdi o Puccini que bel canto o Mozart?

Sí. Desde luego hay óperas muy populares, que son muy conocidas y una soprano llegará siempre a ser más conocida cantando Violetta de La traviata o Mimì de La bohème que cantando Armida o un papel no tan conocido de bel canto, por ejemplo. No obstante, también depende mucho del teatro. Si, por ejemplo, triunfas en el Teatro Rossini de Pésaro, es muy probable que toda Italia te reciba después con los brazos abiertos, porque es un teatro muy importante y allí el público sabe muchísimo de voces rossinianas.

Cantando Traviata usted protagonizó unas funciones especialmente emotivas en el Teatro Real, cuando el coliseo volvió a abrir sus puertas tras el confinamiento. ¿Cómo vivió usted aquellas noches?

Fueron muy, muy especiales. Estaba muy emocionada de volver a cantar una ópera tan bella, pero también y sobre todo porque es una obra que trata sobre la enfermedad. En aquel momento ya habíamos perdido a mucha gente. Muchos familiares y gente querida ante una enfermedad que no muestra piedad alguna. Recuerdo que el director de escena me insistía en que no me cayese sobre el escenario al morir, sino que tenía que seguir caminando, mirando hacia delante, para que la gente recibiese ese momento como un acto de esperanza. "Si tu te mueres cayéndote al suelo, moriremos todos contigo", me decía. Creo que ha sido la única vez, o al menos fue la primera en que he cantado Traviata sin caerme al suelo al final. Fue muy, muy especial.

Otro momento anecdótico con Traviata, que se ha hecho viral en redes, fue hace poco, en un recital, cuando un espontáneo se arrancó a cantar el Alfredo en su página del primer acto...

¡Sí! ¡Fue muy bonito! En Parma, un teatro que es puro Verdi. Yo ya había estado cantando como dos horas y este era el cuarto bis que ofrecía. Había cantado ya muchas canciones de Verdi y también el Caro nome de Rigoletto. Sin embargo, sentía en mi corazón que tenía que cantar más, porque el público estaba muy contento y se mostraba muy caluroso... en ese momento, cuando el escenario y el público son uno, que alguien se pusiera a cantar conmigo, como si lo hubiese hecho todo el público a la vez, resultó algo súper natural. Fue algo muy orgánico y muy bonito. Me alegró mucho, la verdad, que fuese un estudiante el que se arrancara a cantar conmigo, sin pasar vergüenza, aunque al convertirse en viral en las redes sociales, creo que se arrepintió un poco (Risas).

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Un sitio donde la gente se suele arrancar a cantar es el Teatro de la Zarzuela, quizá el público lo haga en su próximo recital allí...

¡Qué bueno! ¡Ojalá que canten conmigo! Cantar con el público es una de las mejores cosas que pueden pasar al final de un recital. En realidad, lo que estamos haciendo en un concierto de este tipo es cantar en el estilo de los conciertos de cámara que se hacían antiguamente, como en una fiesta privada, donde se improvisaba mucho y donde todo el mundo terminaba cantando. Eran unas ocasiones estupendas para socializar. Cantar es la forma perfecta de sentir que no estamos solos, para estar juntos. 

¿De dónde le viene su amor por la zarzuela?

Directamente de mis abuelos, primero de todo, porque eran unos grandes amantes del género. En Cuba hay un teatro de la zarzuela que es muy popular y cuando mis abuelos vivían allá, iban frecuentemente. También tenían una colección de discos en casa. Además, mi madre, que era cantante y todavía canta muy bonito, siempre estaba cantando sus partituras de zarzuelas, manuscritas. La pena de la zarzuela es que no hay mucha música impresa, comercializada, con ediciones críticas que puedan estudiarse y compartirse. Es una lástima, porque creo que es una de las causas principales de que apenas se cante esta música tan bella fuera de España, ni siquiera en América. Pero al mismo tiempo es precioso ver cómo nuestros abuelos, nuestros padres, la escribían a mano para poder cantarla. 

¿Cómo ha escogido el programa que cantará en la Zarzuela y en el Maestranza de Sevilla?

Me pidieron desde el Teatro de la Zarzuela que, además de zarzuela española, llevase, por favor, algo de música cubana, de donde son mis raíces. Así que hay una mezcla de aquí y de allí, incluyendo un par de cosas... ¡que a ver qué pasa con ellas! (Risas). Esta el aria del ruiseñor, de Lecuona, que es muy complicada, de coloratura. Casi de puros efectos vocales, donde parezco un pajarito. Si me sale bien... la canto... si no, ¡la dejo para las propinas y que el público la cante conmigo! (Más risas) También está la entrada de Cecilia Valdés, que es súper popular y es muy, muy bonita. 

¿Podría llegar el momento en el que se atreviese con una zarzuela completa?

Bueno... ¡a lo mejor! Sí es algo que, algún día, me gustaría hacer. ¡Tendría que ser en España! ¡En Madrid! Podría ser Cecilia Valdés, que es una obra que me encantaría cantar, o quizá algo de Lecuona como María La O. ¡A ver qué pasa!

Qué ironía que en Cuba la vida vaya tan asociada a la música y, sin embargo, fuera de la Isla, su música clásica no sea muy conocida...

Sí, es muy curioso... Y seguro que mucha gente sabe música de Lecuona, por ejemplo, que no saben que es suya. ¡Cómo su Malagueña! ¡Esa música se la sabe todo el mundo! Y luego el estilo de música cubana es súper conocido por todo el mundo, ¡los sones! ¡Muchacho eso se conoce en todo el mundo! ¡A veces he ido a restaurantes mexicanos donde están tocando música de Celia Cruz! (Risas).

Un pilar de su repertorio habitual es el bel canto, tanto el barroco como el romántico italiano, ¿no es así?

A menudo el término bel canto es utilizado para identificar a tres compositores: Rossini, Bellini y Donizetti. Y ya. Para mí, sin embargo, el bel canto va más allá, es una manera de cantar, de entender el canto. Haendel fue el primer compositor belcantista. Si cantas cualquier cosa suya donde hay un largo, un recitativo acompañado y un aria bien larga, es lo mismo que el bel canto romántico italiano y sus arias con cavatina y cabaletta. En el Barroco, además, cantas un da capo donde vuelves a cantar parte del aria con variaciones. Eso también es bel canto. ¡Y usar el drama, las palabras! Con vibrato o sin vibrato... ¡no importa! La manera de cantar el legato, el fraseo... todo eso que ya se hacía y llega, en realidad, hasta Verdi: Masnadieri, Rigoletto, Trovatore, Traviata... Siempre intento cantar con estilo belcantista todo aquello que canto, porque creo que es el más elegante, el más bonito.

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¿Lo aplica igual en Mozart, otro autor habitual de su carrera?

Para mí, Mozart está a medio camino. Haendel fue muy italiano; siento su música como si fuese de allá, puramente Vivaldi, con ese fraseo tan apasionado... en Mozart, la pasión está escrita de tal manera que no hay tanta libertad como en el bel canto. Mozart fue un compositor de arquitectura. Todo está tan perfectamente escrito que el estilo es mantenerte en la estructura. En Mozart no hay mucha libertad para el cantante. Sin embargo, en las variaciones del bel canto (que también hay en el Mozart más joven) uno puede disfrutar más por su cuenta. ¡Y sí, también puedes cantarlo en el estilo belcantista! Elegante, legato, con gusto... En el bel canto, como estilo, definitivamente, me siento más libre.

¿Su intención es que su carrera siga siendo tan variada como hasta ahora?

¡Ojalá! Yo no quiero cantar dos, tres papeles para el resto de mi vida... ¡Hay tanto reperotorio! ¡Y la ópera francesa! Quiero cantar mucha ópera francesa. La variedad es lo mejor para mi carrera. No es que vaya a estar aburrida sin la variedad, porque yo con la música no me aburro nunca, pero no quiero sentir que estoy cantando siempre lo mismo y quiero estar siempre aprendiendo. Ir pasando de una cosa a otra también es salud vocal.

Por salud vocal, precisamente, y por salud en general, entiendo que se pasó usted hace años al veganismo, ¿verdad?

¡Absolutamente! Es que la voz es parte del cuerpo y este, a su vez, tienes que utilizarlo entero para ponerlo al servicio de la voz. El cuerpo puede ayudarte tanto... ¡y puede no ayudarte nada! (Risas). Por eso hay que cuidarlo, también a través de la alimentación y, yo creo, no hay mejor cuidado que el veganismo. También descansar, hacer ejercicio y mantenerse en forma emocionalmente. Cuidarse bien es algo que, como cantantes, tenemos que hacer todos los días, es nuestra responsabilidad. No somos atletas... o sí, ¡porque somos intérpretes! No somos máquinas aunque la gente lo pretenda... y para estar lo mejor posible, sobre todo a medida que vamos madurando, comer bien es indispensable. No hay que ser vegetariano o vegano para ser saludable, pero, en mi opinión, se vive mejor siéndolo.

Foto de portada: Steven Harris.
Foto Traviata: Tristram Kenton (ROH).
Foto Manon: Marty Sohl (Met Opera).