Michael Fabiano Photo Frances Marshall

Michael Fabiano, tenor: "El único responsable de lo que pase con su voz es el propio cantante"

Tras su paso por Bilbao para protagonizar Les contes d´Hoffmann, el pasado mes de octubre, el tenor estadounidense Michael Fabiano recala ahora de nuevo en el Teatro Real de Madrid para dar vida a La bohème, encabezando el primer elenco junto a la soprano Ermonela Jaho. Charlamos con Fabiano acerca de la evolución de su instrumento y las consiguientes novedades en su repertorio.

Permítame empezar con una cuestión muy genérica y amplia, pero significativa, ¿cómo se encuentra, en términos vocales? Hace un par de años charlamos en ocasión de otra entrevista y claramente su voz empezaba a atravesar un momento de cambio, que ha terminado por coincidir con la pandemia. Creo que ahora atraviesa un buen momento, de madurez y estabilidad.

Así es, yo también lo creo. Sabe, hace dos años viví un momento de relativa crisis personal y las inestabilidades emocionales se reflejan por fuerza en la voz de un cantante. Fueron días de mucho estrés pero afortunadamente ya quedaron atrás y ahroa me encuentro francamente bien, a todos los niveles. Mi voz está en forma, disfruto con mi trabajo y me siento un completo afortunado pudiendo llevar a cabo mi pasión en tiempos tan difíciles como los que nos está tocando vivir. La pandemia ha sido un momento terrible pero debo decir que a mí me permitió parar, reflexionar y reorientar algunas cosas, prioridades, etc. Me siento bien, realmente bien, ansioso por todo lo que está por llegar en mi agenda durante los dos o tres próximos años.

Lo cierto es que en las últimas temporadas su repertorio se ha ampliado notablemente, con papeles de mayor peso, para una vocalidad de lírico spinto incluso. 

Es el momento adecuado para este cambio de repertorio. Mi voz empezó a cambiar hace unos cuatro o cinco años, de manera progresiva. Creo que todos los cantantes sufrimos con estos cambios porque son desconcertantes y es difícil manejarlos. Al final nos vemos sumidos en una espiral de opiniones, entre lo que dice la crítica, lo que opina el público, lo que sugieren los directores artísticos, las agencias... Pero sabe, cada vez tengo más claro que el propio cantante es quien mejor sabe lo que está pasando en su voz. Es más, el único responsable de lo que pase con su voz es el propio cantante. Es muy fácil responsabilizar a los demás, pero en relaidad yo soy el único al cargo de los cambios que he afrontado. He orientado mi agenda hacia roles más pesados, claramente. Mi voz camina en esa dirección y he redescubierto y afianzado mi emisión, mi sistema de apoyo, lo que me permite afrontar estos papeles con confianza y seguridad en lo que estoy haciendo. Son ya unos veinte años de carrera a mis espaldas y es un cambio normal, a menos que uno tenga una voz como la de Alfredo Kraus, con un color que no cambio a lo largo de toda su carrera. Estoy afrontando esto como un cambio progresivo y tiene todo el sentido hacerlo así. Y es un momento en el que tiene sentido volver atrás y hacer roles como Rodolfo o Edgardo con los que estoy familiarizado y donde puedo valorar bien cómo está evolucionando mi instrumento. No se trata de cantar Trovatore y Manon Lescaut de la noche a la mañana; todo llegará, pero a su debido tiempo.

Puccini es un compositor cada vez más presente en su agenda. Ahora está cantando Rodolfo en La bohème e incorporó recientemente Cavaradossi en Tosca.

Me identifico mucho con las óperas de Puccini. Además, me gusta mucho estudiar y veo cada debut como un reto apasionante. Tengo intención de cantar todos los roles para tenor de Puccini, veremos si llegan o no, pero es mi intención ahora mismo.

Recientemente ha cantado Hoffmann en Bilbao. Estamos ante un rol ciertamente icónico y complejo, exigente desde todo punto de vista. 

Si le soy sincero, no me enloquece el papel de Hoffmann. Quiero decir: es atractivo, complejo, supone un reto vocal y sobre todo es uno de esos papeles en los que el cantante tiene que estar más pendiente del resultado que del proceso. Y esto es poco confortable porque exige planificar muy bien la representación y cómo dosificas tus fuerzas. Los últimos cinco minutos de la ópera, por ejemplo, requieren un gran derroche de energía, vocal y física, y esto es siempre una presión añadida. En las representaciones de Bilbao el reto fue aún mayor ya que hicimos una versión con cortes poco conocidos. Por todas estas razones, Hoffmann es un rol importante pero con el que no disfruto tanto como con otros papeles.

Respecto a Rodolfo en La bohème, imagino que estamos de acuerdo en que el papel es mucho más que la esperada 'Che gelida manina'. 

Por supuesto. Es un papel hermoso, variado y complejo. Es un papel típicamente lírico a excepción del tercer acto, que es más pesado. Por descontado, 'Che gelida manina' es un página bien conocida y que el público espera casi al comienzo de la representación. Pero insisto en que lo mejor de La bohème, para mi gusto, sucede en el tercer acto. 

Hace años que canta este papel, si no me equivoco.

Sí, creo que desde 2007, si no recuerdo mal. Yo todavía era joven entonces (risas). Es un papel que he cantado mucho y que conozco bien. Estas funciones en Madrid van a ser un regalo para el público. Trabajar con Ermonela Jaho es una experiencia extraordinaria; es una de las mayores artistas que he conocido nunca. Su sensibilidad, su entrega... vive al máximo cada nota, cada palabra. Es una compañera de escenario increíble. También me alegra cantar con un colega como Lucas Meachem, con quien he cantado tantas veces a lo largo de estos años. La producción de Richard Jones la conozco bien, ya la hice hace cuatro años, cuando se estrenó en 2017 en Londres, con un largo proceso de ensayos. Es un trabajo interesante porque Jones propone una aproximación tradicional a La bohème pero concebida para un público contemporáneo. Hay un gran realismo en la propuesta, Jones consigue que los espectadores la perciban como un drama de nuestros días. 

En su agenda de aquí al verano me gustaría resaltar dos citas: Lenski en el Eugene Onegin del San Carlo de Nápoles e Ismaele en el Nabucco del Teatro Real.

Sí, canté Lenski anteriormente en el Covent Garden  y es un papel que me encanta, es precioso. Habrá quien piense que Ismaele en Nabucco es un rol pequeño pero yo no lo veo así. Hay una diferencia importante entre un papel corto y un papel pequeño. Ismaele es corto pero no es pequeño, tiene mucha relevancia en la trama y tiene una página solista importante. ¿He soñado con cantar Ismaele? No... pero me gusta Verdi, me gusta trabajar con Nicola Luisotti, me gusta cantar en Madrid... ¿por qué no hacerlo?

Como cantante estadounidense, ¿cuál diría que es la situación de la lírica ahora mismo en su país, tras los efectos de la pandemia?

Creo que todo está empezando a despegar en serio desde hace ya unos cuantos meses. Despacio pero progresivamente, se están haciendo muchas cosas. Todo está más o menos abierto, a diferencia de lo que estamos viendo en Europa donde a excepción de España se están imponiendo ya nuevas restricciones. Tengo que cantar Carmen en Bruselas, a comienzos de 2022, y ahora mismo la situación es incierta. 

Finalmente, ¿cómo se está desarrollando su iniciativa ArtSmart?

Gracias por esta pregunta. Las cosas están yendo bien. ArtSmart es la mayor iniciativa en la que he estado involucrado nunca. El esfuerzo es grande pero merece la pena. Ahora mismo estamos en diez ciudades de Estados Unidos con lecciones de piano y clases de interpretación. Hemos ofrecido unas 35.000 clases gratis para niños a lo largo de este año. Esto implica un gran trabajo de organización y supone un reto de financiación importante. Pero sin duda merece la pena. Tenemos un equipo de más de sesenta profesores trabajando con nosotros. 

Recientemente he constituido también otra iniciativa, Resonance, una compañía tecnológica orientada a desarrollar una aplicación que permite a todo tipo de artistas encontrar trabajos de última hora en los Estados Unidos. Se trata de conectar a los artistas con las instituciones de una manera directa e inmediata. Es una suerte de combinación entre LinkedIn y Uber para artistas. Ya hay compañías de ópera que usan esta plataforma para encontrar reemplazos de última hora y organizar algunas de sus contrataciones y eventos. 

Foto: © Frances Marshall