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Albert Guinovart: "Para no frustrarse demasiado hay que ser consciente de los propios límites"

Reconocido ampliamente como uno de los músicos más notables de su generación, en su doble faceta como pianista y como compositor, Albert Guinovart debuta este jueves 22 de junio en la sala de cámara del célebre Carnegie Hall de Nueva York, en un emotivo homenaje al centenario de Alicia de Larrocha, quien fue también un referente para él en sus comienzos. En ocasión de esta cita neoyorquina y coincidiendo con la reciente aparición de su último álbum en solitario, Poems without Words, conversamos con Albert Guinovart para conocer más de cerca sus inquietudes y reflexiones. 

Acaba de presentar su segundo disco monográfico en solitario, con obras suyas, un álbum que continúa de alguna manera el disco anterior, Nocturno.

Sí, es una continuación pero un tanto especial. Cuando llegó el confinamiento, yo estaba a punto de estrenar un concierto de marimba en L´Auditori con Conrado Moya. Como no pudimos estrenar, hice una miniatura para Instagram, de un minuto de duración y tuvo una gran repercusión. Y al día siguiente hice otra… y me propuse poco a poco hacer 24 preludios, con los 24 tonos, uno al día. Y fue una locura muy estresante. Y después me dijeron que podía hacerlos más largos, no solo de un minuto… así que hice más nocturnos, recuperé valses poéticos… Y era una manera de mantener el contacto con el público a través de las redes sociales. A mí me sirvió mucho y había gente que lo estaba esperando día tras día. Fue muy bonito y fue un poco el germen de este disco, aunque el álbum tenga su entidad propia más allá de la pandemia.

Todo el contenido del disco son en realidad piezas cortas. Se incluyen también Cinco poemas para piano sobre textos de Emily Dickinson.

Sí, de hecho de ahí viene el título del disco. Valoramos la opción de música sin palabras, pero era menos original. Y en cambio la idea de un poema sin palabras sí se entiende que tiene que ser por fuerza algo musical. Cuando grabamos el disco, hicimos unos veinte minutos más de música, que no se han incluido pero que más adelante saldrán en plataformas digitales seguramente.

En el disco veo también cinco nocturnos que cierran la selección de piezas. ¿Estas piezas son originales para el disco?

No, aquí hay algunos temas que yo he reciclado y recuperado para el disco. Yo me encuentro muy bien en el lenguaje del nocturno. De hecho, acabo de hacer uno en memoria de Alicia de Larrocha, que no se ha podido llevar al disco pero que acabo de estrenar en Sabadell y que llevaré al homenaje que le hacemos en el Carnegie Hall.

Hablemos de este concierto en Nueva York, se trata de un recital en solitario en homenaje a Alicia de Larrocha, una cita importantísima imagino.

Sí, creo que no ha habido ningún homenaje a Alicia en Nueva York, donde ella fue tan conocida y reconocida. De modo que el recital que tocaré tiene dos partes, una primera de música española, tan ligada a la memoria de Alicia y tan importante para mí como pianista. Aquí haré música de Granados y Turina. Y después música mía en la segunda mitad del concierto, con algunas piezas de este nuevo disco también.

¿Usted llegó a tener trato más o menos directo con Alicia?

Sí, fue a través de Montsalvatge y de Victoria de los Ángeles, sobre todo. Ellas dos eran muy amigas. Yo tengo el recuerdo de encontrarnos periódicamente con Alicia en los aeropuertos (risas). Era muy menuda, muy simpática, encantadora. Yo expresamente no estudié nunca con ella. Aunque mi admiración por ella es absoluta. Hizo un repertorio amplísimo y tiene una discografía enorme. Si uno comprueba todo lo que tocó en vivo... es admirable.

Como en tantos casos, creo que no somos conscientes de la talla artística que tuvo Alicia en su momento.

Sí, estoy totalmente de acuerdo. Aquí se la recuerda mucho por la música española, como embajadora de nuestro repertorio, etc. Pero hablamos de una pianista que hizo el Tercero de Rachmaninov por medio mundo, más de cien veces, con las principales batutas de su tiempo... Eso son palabras mayores.

Este homenaje a Alicia en Nueva York, ¿es su debut allí?

No exactamente. Hace muchos años tocamos con Victoria de los Ángeles en el Lincoln Center y yo por mi parte he tocado en el Cervantes, en la Spanish Society… pero sí, en este caso es mi debut en el Carnegie Hall y realmente lo considero mi debut fuerte como solista en Nueva York. 

Mencionaba antes que se siente cómodo con la forma musical del nocturno.

Sí, es que en realidad no tienen forma (risas)

Exacto, es que el nocturno es una forma sin forma (risas).

Eso es (risas). Y después de los de Chopin, que son los más gloriosos, uno ya puede hacer lo que quiera, porque hay estructuras muy variadas: desde el tripartito al desarrollo; muy variados y muy abiertos. Esta cosa como sonámbula, evocativa, nostálgica… es lo que me seduce de los nocturnos.

Además, yo hago tanta música que no es para piano, mucha música vocal para coros, cantatas, canciones… Y cuando escribo para piano, que nunca nadie me lo encargo, me lo encargo yo (risas), pues es como mi parcela más íntima y donde me puedo expresar más libre, con mis melodías, etc.

Esta cuestión de la melodía es un rasgo fundamental en su música, creo que marca el carácter de su obra de una manera muy personal. Es curioso, no cree, que nos llame la atención la melodía en un autor de música contemporánea, en pleno siglo XXI.

Sí, a mí me ha costado bastante seguir adelante con esta música. Es que no sé hacer otra cosa. Si compongo, me gusta hacerlo así. Yo entré en el mundo de la música porque me fascinaban las melodías. Cuando escuchaba de niño a Chaikovski o Rachmaninov, por ejemplo, lo que me atrapaba eran las melodías. Siempre he entendido mi música desde el canto, buscando que el piano cante y no quiero renunciar a esto. Hoy en día las estéticas ya conviven mucho mejor y al menos no se me critica tanto (risas).

Es verdad que cuando usted empezó estaba mucho más en boga una corriente en la que predominaba el experimentalismo, a veces rozando la extravagancia.

Exacto, y una idea de la música desde la investigación. Pero francamente, yo si quisiera investigar haría medicina, no sería músico. No quiero criticar a mis colegas que hacen eso, faltaría más. Todos de alguna manera experimentamos con lo que hacemos. Pero esa idea de la música como algo realmente intelectual, no me interesa. A mí me interesa la música desde las emociones; como músico, quiero emocionarme y emocionar. Yo como intérprete no he pretendido otra cosa que gustar al público, algo que como compositor es casi un tabú decirlo.

Es cierto que su dualidad como intérprete y compositor marca su hacer de una manera particular. Usted tiene una experiencia mucho más amplia del impacto real que tiene su música, en primera persona.

Eso es, yo vivo mi música de igual manera ya sea como autor o como intérprete y en el fondo siempre aspiro a gustar al público. Claro que siempre hay unos límites, que uno mismo se marca; no todos podemos ser Beyoncé o Rosalía.

Ni falta que hace (risas).

Eso es (risas). El drama de muchos compositores es que no asumen que lo que hacen no es para todo el mundo. Si uno es consciente de que tiene un público limitado pero trabaja para contentarlo, habrá comunicación seguro.

Esto es sumamente importante. Por básico que pueda parecer, es algo que mucha gente no lo tiene interiorizado en su trabajo.

Sí, yo tengo colegas que hacen música muy experimental y lo entiendo y lo respeto como antes le decía, faltaría más, si ellos sienten esta necesidad, adelante. Pero lo que no pueden pretender es que eso luego llene teatros y guste a todo el mundo. Para no frustrarse demasiado hay que ser consciente de los propios límites.

Cambiando de tercio, ¿tiene algún proyecto para un título operístico de gran entidad, de formato amplio? Es algo que me pregunto desde que escuché su ópera Alba Eterna, de formato más pequeño.

Nada me gustaría más que hacer una ópera grande, con orquesta, coro, solistas, en una sala grande, en un teatro de nuestro país. Ha habido varias conversaciones, algunas están abiertas, pero no termina de cuajar. Creo que las direcciones de los teatros a veces tienen condicionantes complejos sobre sus cabezas.

Es curioso, hace unos meses charlaba en estas mismas páginas con Joan Valent, autor al que también pregunté por un posible proyecto para una ópera de gran formato. Y su respuesta fue muy semejante: hay ideas, hay proyectos… pero no hay respuesta por parte de los teatros. Y luego sin embargo, esos mismos teatros se llenan la boca hablando de la creación local, el territorio… Es sorprendente. Me parece tan obvio que sería un éxito encargarle a usted una ópera…

La ópera de Raquel García-Tomás ha sido todo un éxito y creo que incluso ha superado las expectativas. En mi caso, creo que el prejuicio es precisamente por mi faceta más popular y conservadora, por decirlo de alguna manera. Pero es que yo soy así, mi música es así… Es como si los teatros se vieran forzados a comprometerse con música contemporánea, muy contemporánea, rara incluso, que quizá no guste a nadie pero que aspira a quedar en los anales para la posteridad…. No lo entiendo.

Hace apenas unas semanas se ha estrenado Trato de favor en el Teatro de la Zarzuela y, haya gustado más o menos, creo que es el camino en el sentido de que es la obligación de un teatro así apostar por creación contemporánea en esos términos, salga como salga.

Yo también tenía un proyecto para una zarzuela, lo tengo de hecho, pero como ha cambiado la dirección del teatro aún no lo he propuesto. No es fácil, desde luego, que haya encargos de gran envergadura. En el Liceu me consta que hay interés en hacer algo conmigo, pero de momento nada se ha concretado.

Por hablar un poco más del disco, ¿qué se va a encontrar el oyente en esas pistas?

No ha sido pretendido, de una manera muy consciente, pero después del disco de Nocturne, algunas personas me dijeron que tendría que hacer una música más sencilla, en el sentido de una música para un público más amplio. Ya le digo, no ha sido algo consciente, pero creo que me ha quedado una música más ascética, menos ornamentada y menos virtuosística, si se quiere. Es un disco tranquilo, intimista, muy personal. Es simplemente mi música, lo que quiero escribir, por decirlo en pocas palabras.

Tiene por delante una agenda imponente de encargos. La próxima temporada viene bien cargada de trabajo para usted.

Sí, para empezar hay un proyecto muy bonito, la sinfonía por encargo de la Franz Schubert Filharmonia, en homenaje a Victoria de los Ángeles, con Ermonela Jaho. Estoy muy ilusionado con esto. También tengo la Sinfonía Gaudí con la Banda Municipal de Barcelona. Y un concierto de flauta con Emmanuel Pahud con la Orquesta de Castilla y León. Y tendrá que salir también el disco del Dichterliebe que hice con Roger Padullés, fue un proyecto muy bonito también. Desde luego, trabajo no me falta este año (risas).

Foto: © A. Bofill