Julie Fuchs: "El espíritu de la ópera puede estar tanto en el cartón piedra como en una propuesta escénica rompedora"
La soprano francesa Julie Fuchs regresa a España tras sus últimas visitas al Liceu en Pelléas et Mélisande y L'incoronazione di Poppea. En esta ocasión canta de nuevo en el Teatro Real - tras Le nozze di Figaro - debutando un rol mítico para soprano: Gilda, de Rigoletto. Sobre su voz y este personaje en una ópera tan conocida, hablamos con ella.
¿Cómo ha ido su estreno con Gilda? ¿Cuáles han sido sus sensaciones?
Ha sido muy estresante, pero también me siento muy feliz... ¡Y muy apoyada por mucha gente a mi alrededor! Mis colegas han estado maravillosos en su distintos roles, pero también en su trabajo conmigo, hacia mí. Ha sido un gran trabajo de equipo y tengo muchas ganas de seguir cantando funciones con ellos y en esta producción.
Con todo, tuve la sensación, tengo que decirle, de que no era yo quien cantaba sobre el escenario. Es algo sobre lo que pensar. En realidad, nosotros no somos los únicos que trabajamos con esos personajes... Con ellos hacemos el trabajo de crear arte sobre un escenario y, al final, nosotros sólo somos unos meros transmisores. Son otros quien hablan a través de nosotros. Ya le digo, sobre el escenario los cantantes somos como médiums.
Haciendo de médium, ¿Cómo ve usted a Gilda?
Esta versión que estamos haciendo en el Teatro Real me encanta. Miguel del Arco la dibuja más madura que como se suele realizar, normalmente. Es algo que me gusta. Ver a una mujer en la ópera que quiere salir de su burbuja, crecer por si misma. Es, además y por sí misma, una persona muy real, de verdad. No es como otros personajes del romanticismo como puede ser, por ejemplo Giulietta, que se reduce a un simple símbolo de la juventud y el amor. Gilda tiene deseos, sentimientos reales y sangre de verdad que corre por sus venas.
¿Es tan inocente, tan pura como siempre se la presenta?
¡Es pura! ¡Definitivamente es pura! Pero eso no quiere decir que tenga que ser inocente. Puedes ser una cosa y no la otra. Creo que, de alguna forma, es pura... y por ello, como le decía, es verdadera. Sigue sus sentimientos. Ella realmente ama a su padre, es la única que le toca, aunque él no lo haga con ella. Es la única que le consuela. Es muy humana... del mismo modo en que lo es un niño, si lo prefiere ver así... ¡o un gato! Cuando ve que está triste, va con él.
Y vocalmente, ¿cuáles pueden ser sus retos?
Bueno, hay varios puntos importantes. Desde luego, cantar Gilda no es como cantar Traviata, pero hay una diferencia entre sus tres actos. En el primero de ellos tienes que ser... digamos... como un bulldozer (risas). No exactamente así, claro, pero sí como una máquina. Tengo que confesarle que prefiero cantar el segundo y el tercer acto.
Hay más bel canto en ellos.
Exacto, exacto. Está mejor balanceado todo, es más sensible... es más para mí. Muchas veces la gente me pregunta por si quiero cantar roles más expresivos, más vivos, pero lo cierto es que mi pulso interno, mi corazón, va más en esta línea lírica, intimista del canto.
No obstante, las últimas veces que yo le he escuchado en vivo ha sido con la Melisande de Debussy o la Poppea de Monteverdi, que dan buena muestra de su variedad de repertorio. ¿Piensa mantenerlo en la carrera que tiene por delante?
¡Oh, sí! Es que es algo que me encanta. Estoy muy orgullosa y me siento muy feliz de la variedad de mi repertorio, del mismo modo que me gusta cantar en teatros diferentes o con directores diferentes. Es algo que disfruto bastante.
Usted suele volver de manera frecuente al Barroco. ¿Cantar Barroco mantiene la voz en buen forma para seguir avanzando en el repertorio?
No lo sé. No sabría decirle. Por ejemplo canté recientemente Giulio Cesare de Haendel y terminaba más cansada tras cada función que con la Juliette de Gounod. La música barroca puede ser muy dura y bastante larga... ¡puede haber ocho arias en una sola ópera! No es fácil, no es fácil... Si canto Barroco es más por mis características vocales y por mis propias vibras musicales, porque realmente es algo que me llama y que amo profundamente.
Por otro lado, usted también vive mucho las producciones en las que trabaja, a menudo con nombres de gran actualidad en la ópera como Lotte de Beer, Calixto Bietio, Damiano Michieletto... ¿La ópera ha de presentarse desde el presente? ¿El cartón piedra y los telones pintados han muerto?
Guau, esta es una pregunta complicada que nos hacemos, de hecho, muy a menudo entre los diferentes actores que tomamos partido en el arte de la ópera. También con periodistas y con el propio público... es algo que siempre está sobre la mesa. Mire, yo amo el cartón piedra y el vestuario de época. Tenemos que mantenerlo, pero eso no quiere decir que sea lo único que debemos hacer. Yo creo que tiene que haber espacio para las dos vertientes. La cuestión es que el espíritu de la ópera tiene que seguir vivo y ese espíritu puede estar tanto en el cartón piedra como en una bolsa de plástico sobre el escenario, en una propuesta escénica que sea rompedora.
Es verdad que hay personas que piensan que a través de las propuestas clásicas la gente se va a sentir más atraída para venir a la ópera, pero yo no creo que eso sea verdad. Creo que el arte puede ser bueno o malo en cualquier forma y estilo, que la cuestión es respetar el espíritu de lo que se está haciendo... y a la música.