rosalia cid© Michele Monasta.

Rosalía Cid: "Estoy más cómoda en el escenario que fuera de él"

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En muy poco tiempo la joven soprano coruñesa Rosalía Cid se ha hecho un hueco en la actualidad lírica internacional, con compromisos tan destacados como la apertura de temporada en La Scala de Milán, cantando “La voz del cielo” en el Don Carlo dirigido por Riccardo Chailly. De esta cita y también de su paso por el Maggio Musicale Fiorentino conversamos aquí con ella para conocer más de cerca su corta pero intensa trayectoria, marcada ahora por su regreso inminente a La Scala con La rondine de Puccini..

Me gustaría comenzar recapitulando sus inicios en la música. ¿En qué momento descubrió que su voz podría dar lugar a una carrera profesional?

Para mí fue algo totalmente inesperado. A diferencia de otros colegas con los que hemos comentado nuestros inicios, yo no había imaginado que podría vivir de la ópera. Vengo de una familia normal, crecí entre Santiago de Compostela y Ourense, con vinculación con el teatro de prosa por parte de mi madre, en la Compañía Ditea. Mi madre dice que empecé cantar nada más decir mis primeras palabras. Se escuchaba mucha música en casa, no exclusivamente ópera. Estuve en diversos coros desde pequeña, contemporáneamente, como la Capela Compostelana que dirigía Miro Moreira o el Orfeón Terra A Nosa; también estuve en Los Angeles de Compostela, que es el coro de niños de la Catedral de Santiago, y estuve en la Sinfónica de Galicia como voz blanca. Viví siempre por y para ello.

Además, yo hacía un poco las veces de regidora o ayudante de dirección en la compañía en la que mi madre hacía teatro. En casa la ópera no se escuchaba especialmente. Pero en los coros, yo tenía una voz que molestaba, muy incisiva, como muy madura para mi juventud. Recuerdo cuando hice las pruebas para entrar en el coro de niños de de la OSG, me dijeron que ya no tenía la voz blanca que buscaban, como si mi instrumento hubiera madurado más temprano de lo habitual. Lo cierto es que entre unos y otros me recomendaron entrar en el conservatorio pero yo en un principio quería entrar por piano, fíjese, para nada creía en la posibilidad de una carrera como cantante solista, seguramente por la desinformación que existe en lo que concierne la profesión de cantante lírico. Nunca soñé con llegar a grandes escenarios o tener un reconocimiento público. Me encanta el ambiente teatral, los ensayos y poder expresarme, seguramente estoy mas cómoda en un escenario que fuera de él.

¿Y en qué momento apareció ante usted la posibilidad de una carrera profesional como cantante?

En aquel entonces tuve la suerte de conocer a una maestra armenia en A Coruña, Diana Somkhieva, que fue la que convenció a mi familia para que yo siguiera este camino en la búsqueda de una salida profesional. Después, poco a poco me fui dando cuenta de que mi personalidad y mis cualidades encajan a la perfección con lo que requiere esta profesión.

He leído que llegó incluso a trabajar con Alberto Zedda. Sería usted muy joven entonces, imagino.

Sí, hice una masterclass con él pero yo entonces, en efecto, era muy, muy joven. De hecho, formé parte de la que fue la última promoción de Zedda en Coruña, con sus clases magistrales.

¿Siempre tuvo claro el tipo de voz que tenía? Lo digo por lo que comentaba ahora de que destacaba siempre en las formaciones corales con un instrumento ya más hecho y maduro.

Siempre me pareció que mi voz era de soprano lírica joven, esto es, de lírica que por juventud puede afrontar roles de lírico-ligera, pero que tenderá a evolucionar con el tiempo. La verdad es que siempre me resultó cómodo cantar, con un centro bastante presente y con cierta facilidad para los filados.

Viendo su agenda más reciente, sobre todo durante el último año y medio, la envergadura de los compromisos ya ha sido muy seria, imponente incluso: Semperoper en Dresde, Maggio Musicale en Florencia, Santiago de Chile, La Scala de Milán. De repente han pasado muchas cosas.

¿Cómo lo ha vivido? Sí, ha sido como una explosión. La verdad es que yo nunca he tenido prisa. En octubre de 2019 entré en la Academia del Maggio Musicale, pocos meses antes del covid. Buscaban allí una soprano con mis cualidades, alguien que en el mismo espectáculo didáctico pudiera hacer Musetta y Mimì y me escogieron.

Allí tuve la posibilidad de trabajar con muchísimos maestros, cantantes y me ayudó a darme a conocer, encontré mi agencia, pude preparar papeles, conocer mi repertorio, etc. En el Maggio hice Barbarina en Le nozze di Figaro, Liú en Turandot, una producción didáctica de L’elisir d’amore, el Rigoletto de Davide Livermore, Ninetta en La finta semplice y varios conciertos, entre los que destacarían el Exultate Jubilate con Jane Glover y la Misa en do mayor de Mozart dirigida por el maestro Zubin Mehta. Culminó mi paso por la Academia, ya fuera de esta, mi debut como Nannetta en el Falstaff dirigido por el maestro Daniele Gatti en junio del año pasado.

Y a raíz de eso tuve la posibilidad de hacer un cover como Gilda en un Rigoletto de la Scala, en la producción de Martone. Y el año pasado, en abril, recibí una llamada para saltar a Dresde a cantar Lisa de La sonnambula en la Semperoper, en una producción con dirección de escena de Rolando Villazón. Yo no conocía el papel, estudié la parte en día y medio, en el avión, y salió muy bien. 

Después de eso salió el debut como Gilda en el Teatro Municipal de Chile, era un rol que tenía muchas ganas de cantar. Y mi debut sinfónico en España ha sido este enero, con el Davide Penitente dirigido por Onofri con la orquesta de la RTVE. Antes de esto en España había hecho sólo un concierto años atrás como joven cantante emergente junto a Zeljko Lucic en A Coruña. En fin, lo cierto es que sí, poco a poco se han ido encadenando muchas cosas.

Entre ellas, algo tan emblemático como la apertura de temporada de la Scala haciendo la voz del cielo en el Don Carlo de Verdi, con Riccardo Chailly a la batuta.

Por suerte ya había estado trabajando en en la Scala, dos años atrás, cuando el Rigoletto que le mencionaba. Es algo extraño porque percibo ese teatro como mi casa, como si siempre hubiera cantado allí. Es verdad que la apertura de temporada en la Scala es algo muy emblemático y Don Carlo es una ópera compleja. Pero yo lo viví con enorme emoción y alegría y no con ansiedad.

El trabajo con Riccardo Chailly fue extraordinario, es un maestro muy claro, da gran seguridad. Para mí fue una experiencia muy enriquecedora, como un momento de reconocimiento artístico conmigo misma, la prueba de mi madurez como cantante podríamos decir. 

La parte de la voz del cielo es además especialmente expuesta.

Sí, es una intervención solista muy puntual, en un momento muy teatral, la parte es delicada y la tesitura es incómoda. Por más facilidad que tengas en el agudo, todo son sostenidos, piani, fiati enormes… Tienes un minuto para darlo todo técnicamente. Para mí fue un gran reconocimiento que el maestro Chailly, Dominique Meyer y la Scala confiasen en mí para esto. 

Usted ha sido así la segunda soprano española en participar en una apertura de temporada de la Scala. ¿Eso cómo se vive? ¿O ni siquiera se piensa?

Yo la verdad es que no me paro a pensar en esas cosas, no me intimidan. Por supuesto es un grandísimo honor cantar en la Scala y el lugar es abrumador, sientes el peso de su historia cuando entras allí. Pero no le doy peso a este tipo de cosas, aunque resulte bello y romántico si te paras a pensarlo. Soy un poco la anti soprano en este sentido (risas). 

Bueno, como usted menciona quizá entre todos hayamos mitificado mucho este tipo de citas y situaciones cuando, al fin y al cabo, no es más que un trabajo, muy singular eso sí, no un trabajo como otro cualquiera, pero con sus rutinas y quizá con menos mística cuando se vive desde dentro.

Sí, es que para mí ser la segunda soprano española que abre temporada en La Scala es enriquecedor solo a nivel profesional, pero no a nivel artístico, que es quizás a lo que le doy mas peso en mi trabajo. Nuestra profesión es compleja y exigente: subirse a un escenario, a veces solos y expuestos, es complicado. Por eso esa parte tan romántica de la profesión prefiero dejarla a un lado por el momento.

Lo cierto es que llega ahora un nuevo compromiso en la Scala, nuevamente con Chailly, cantando la parte de Lisette en La rondine de Puccini. 

Sí, compromisos que estoy viviendo con mucha alegría.

¿Y cómo están yendo los ensayos de esta Rondine, una de las partituras menos representadas de Puccini en la actualidad?

Es curioso porque en realidad era una de las operas preferidas del propio Puccini. En la Scala estamos trabajando la escena con Irina Brook y está siendo una experiencia fantástica; es un trabajo muy elegante y fresco, algo innovador, actualizando la obra, pero sin ser rupturista, con unos personajes muy bien delineados, y un cast que es ya una gran familia. Creo que va a ser un éxito de producción.

En su agenda por venir, ¿qué otros proyectos destacaría?

Después de pasar por La Scala, haré Pamina en La flauta mágica en Chile y también tendré una Petite Messe de Rossini en Bad-Kissingen. Y desde agosto entraré a formar parte del ensemble de la Semperoper de Dresde, al menos durante una temporada. Además va a estar allí próximamente el maestro Daniele Gatti, con el que hice Falstaff en junio en Florencia y con quien tengo una gran afinidad artística. 

Y en términos de repertorio, ¿por dónde van a ir las cosas en su agenda?

Creo que todavía tengo bastantes años por delante para desarrollar el repertorio que estoy haciendo ahora, bel canto fundamentalmente. Me encuentro muy bien con Donizetti (Adina, Norina), también con roles como Gilda o Nannetta. Y espero poder debutar pronto como Susanna de Le nozze di Figaro. Es un rol que me gustaría incorporar a mi agenda, al igual que tantos otros roles mozartianos.

En su agenda no veo repertorio barroco.

No, en efecto, no ha aparecido el Barroco apenas en mi agenda. Mi único contacto con algo parecido fue La creación de Haydn en Martina-Franca, con Fabio Luisi. Lo cierto es que nunca se me ha clasificado como voz barroca aunque me encantaría afrontar ciertos papeles de este repertorio, estoy abierta a lo que pueda llegar, como una Cleopatra o repertorios mas desconocidos o no representados, sería fantástico poder hacerlo.

Y con el repertorio español, ¿alguna experiencia con la zarzuela?

Ninguna, y es una lástima. Por mi formación, primero en Galicia y después en Florencia, no he tenido la ocasión de formarme con la zarzuela. Pero me encantaría, por supuesto. Es cierto que la zarzuela a veces tiene una vocalidad un poco más extrema, pero por supuesto me encantaría cantar algo de este repertorio tarde o temprano.

Me sorprende en su caso la sensación de serenidad con la que parece estar viviendo estos comienzos de su trayectoria. Conversando con otros colegas suyos, en situaciones semejantes, me trasladan una mayor impresión de agobio y presión por parte del sector, por parte del propio negocio de la lírica, con propuestas de repertorio alocadas, prisas, etc. 

Sí, a mí también me han llegado propuestas alocadas. Pero sabe, y lo veo en algunos compañeros, hay quien tiene un camino muy claro por delante y lo visualiza, con sus cimas o sus metas; y están enfocados a eso. Yo no lo pienso así, no lo he hecho nunca. Para mí todo tiene que estar en equilibrio con mi desarrollo personal y mi madurez para poder dar al público algo que los conmueva, que tenga un significado profundo; a mis veintisiete años tengo muy claro que papeles puedo afrontar, no solo vocalmente, sino también actoralmente, por su profundidad psicológica. 

No soy inocente, entiendo que la industria tiene sus tiempos y hay que saber navegar la ola cuando viene; pero como nunca he soñado con ser alguien en la lírica, mi única meta es estar satisfecha con lo que hago ahora. Yo aspiro a tener estabilidad y a sentirme enriquecida artísticamente con lo que hago para poder dar algo enriquecedor a quien me escuche. Eso no quita para que dentro de un año le diga otra cosa, uno nunca sabe dónde le va a llevar la vida. Yo no entiendo mi persona sin el canto, pero no soy mejor persona por cantar en la Scala, no sé si me explico. Lo vivo todo con naturalidad y gratitud. 

Es un punto de vista refrescante, porque muchos colegas se frustran con unas expectativas muy precipitadas. 

Claro, por eso digo que la clave de todo es el equilibrio y no focalizarlo todo en determinadas metas. Yo tengo una agencia en la que confío y doy por hecho que quien me da trabajo, me entiende y me aprecia por lo que hago. Casi todo lo bueno que me ha pasado, por no decir todo, ha venido sin yo esperarlo o soñarlo siquiera, seguramente el modo de afrontarlo me ha ayudado a gestionar el estrés.

Volviendo a su agenda, ¿hay planes en España? ¿La escucharemos en su casa, en Galicia?

Hay planes y conversaciones pero mi problema es que tengo una agenda muy llena ya a corto y medio plazo. En todo caso, espero que podamos cuadrar algo pronto, ojalá. 

Finalmente, ¿cuáles diría que han sido o son sus referentes, tanto entre profesionales en activo como entre cantantes del pasado?

Mucha gente, claro. Diana Somkhieva, como decía antes, fue al principio la persona que me dio el impuso para dedicarme a esto. También tuve un maestro fantástico en Milán, Vincenzo Mano, que por desgracia falleció. En Florencia he trabajado con Donatella Debolini, Gianni Fabbrini, Eva Mei, Bruno de Simone, Matteo Pais, Michele D’Elia, Tatiana Chivarova, Giulio Zappa, Kamal Khan y muchos más maestros que me estaré olvidando en este momento sin querer…

Soy bastante independiente en el estudio de la música en sí misma, pero intento seguir colaborando con casi todos los maestros por los que he pasado, especialmente con Giulio Zappa. También me gusta colaborar y aprender de colegas que encuentro en producciones trabajando juntos y a los que admiro mucho.  Y entre las sopranos del pasado, creo que por afinidad de repertorio tiendo a escuchar mucho a Mirella Freni. Son muchos los cantantes del pasado a los que aprecio: Maria Callas por supuesto, también la Tebaldi, la Moffo. Pero soy más una cantante de partitura que de grabaciones; tengo miedo de asimilar características de otros que no sean propias de mi expresividad. Me da miedo imitar a alguien inconscientemente. Y también apreció mucho a colegas de hoy en día, por supuesto, creo que hay muchas sopranos excelentes en este momento.