© Miguel Lorenzo

Jesús Iglesias: "Hay que motivar al público con novedades, pero sin asustarlo" 

Apenas unas semanas después de haberse presentado su temporada 25/26, con la que Les Arts conmemora su XX aniversario, conversamos aquí con Jesús Iglesias, su director artístico desde hace aproximadamente seis años. 

Lleva ya seis años liderando la propuesta artística de Les Arts, desde enero de 2019. Y su contrato en vigor termina en 2026, si no me equivoco. ¿Cuál es el balance de estos años? ¿En qué diría que su proyecto se ha ido completando hasta la fecha?

La verdad es que ya desde la primera temporada pude empezar a cumplir con los objetivos que había plasmado en la propuesta artística. Cuando yo llegué en 2019 no había nada programado para el año siguiente; para bien o para mal, tuve que armar una temporada en apenas seis meses.

Entre los propósitos de esa propuesta artística estaba la apertura del repertorio, algo que parece evidente que se ha ido logrando, año tras año.

Los concursos públicos, nos gusten más o menos, tienen una ventaja y es que te obligan a plasmar por escrito tu proyecto y te obligan de algún modo a desarrollarlo. Siempre digo que lo que yo puse en mi proyecto lo he ido cumpliendo y, si algo no se ha cumplido, es porque la institución no ha podido poner los medios para ello. Y no lo digo como reproche sino en un ejercicio de realismo. Por razones administrativas o presupuestarias hay cosas que no se pueden hacer como uno quisiera. Pero el grueso del proyecto que propuse se ha ido cumpliendo en estos seis años.

Y efectivamente, uno de los aspectos fundamentales del mismo era ampliar el repertorio y mostrar títulos que no se habían hecho antes en Les Arts o incluso en Valencia. En ese sentido, la temporada próxima es quizá la menos innovadora, por así decirlo. Luisa Miller y Faust no son una novedad absoluta en Les Arts, pero hace casi quince años que no se hacen. Pero es verdad que llega un punto en el que o te metes en un repertorio ya más rebuscado y quizá más difícil para el gran público, o empieza a ser complicado articular siempre la propuesta con títulos inéditos en Les Arts o en Valencia.

En la temporada 25/26 son novedad en Les Arts tanto Giulio Cesare como evidentemente Enemigo del pueblo, el estreno absoluto de Francisco Coll. Pero por ejemplo Salome se hizo en el Festival del Mediterráneo, muy al principio en la historia de Les Arts.

Ahora que lo menciona, ¿qué fue de aquel Festival del Mediterráneo? ¿Tendría sentido volverlo a plantear de algún modo?

Ahora mismo no se plantea. Las fechas en las que se hacía son complicadas en Valencia. Muchas de las ediciones del festival quedaron lejos de las expectativas de taquilla, como pasó con aquella Carmen de Saura por ejemplo.

Volviendo a la temporada 25/26, creo que destaca el impulso a las nuevas producciones lideradas por Les Arts.

Sí, eso es. Es un cambio importante. Tenemos hasta tres nuevas producciones que se estrenan aquí. Además, son colaboraciones con teatros de primera fila como la Scala de Milán, la Staatsoper de Berlín, el Teatro Real o el Maggio Musicale Fiorentino.

Cuando yo llegué a Les Arts no había recursos económicos para hacer nuevas producciones. Yo en ese contexto preferí apostar por traer grandes producciones ya hechas y conocidas que además supusieran el estreno en Les Arts de grandes directores de escena que aún no habían venido a Valencia, como Robert Carsen.

La primera nueva producción que impulsamos desde aquí, en la sala grande, fue Un ballo in maschera de Verdi, con la Staatsoper de Berlin, en una propuesta de Rafael Villalobos ya que era importante apostar también por un director de escena español que está muy en boga. Después ha venido el programa doble con L´heure espagnole y Gianni Schicchi.

En la temporada 25/26, como decíamos, vendrá Faust con escena de Johannes Erath, que hizo aquí unos Cuentos de Hoffmann que gustaron mucho; después vendrá Luisa Miller por Valentina Carrasco, en coproducción con el Maggio Musicale Fiorentino. Y el gran reto será el primer estreno mundial que Les Arts va a acoger en veinte años de historia, con Enemigo público de Francisco Coll, que es el compositor español de mayor renombre internacional ahora mismo. A un teatro le das personalidad con las nuevas producciones y con la nueva creación. Esta era una tarea pendiente y tenía todo el sentido hacerlo coincidiendo con el XX aniversario de esta casa.

¿Qué más nos puede contar sobre este estreno?

Está basado en un clásico de Ibsen, Enemigo del público, lo que quizá también pueda atraer aquí a público del mundo del teatro. Es una obra, además, que siempre está de actualidad. El proceso hasta dar con la temática de esta ópera fue largo y complicado; se cayeron varias opciones, algunas por temas de derechos… Y al final se optó por un texto con el que Francisco Coll y Àlex Rigola se sienten muy identificados.

La temporada 25/26, por otro lado, supone también un cambio de ciclo, con la salida de James Gaffigan y la llegada de Mark Elder como líder musical del teatro. Son dos batutas muy distintas, ciertamente.

Sí, Mark Elder tiene un repertorio amplísimo y una trayectoria muy larga, pero hay óperas que sorprendentemente todavía no ha dirigido, como Manon Lescaut y Werther. Elder tiene además una mayor afinidad con el repertorio italiano de la que pudiera tener Gaffigan, seguramente por una cuestión generacional. La especialización se ha impuesto con el paso de las décadas y Elder viene de un mundo en el que la especialización llegaba al final, como una cosa selectiva, y no al principio de las trayectorias.

Para la orquesta creo que va a ser un cambio interesante, siempre es motivador enfrentarse a nuevos retos y tener ese margen de crecimiento que trae consigo una nueva batuta. Gaffigan llegó en un momento en el que la orquesta estaba en pleno proceso de renovación, con muchas plazas por ocupar. Cuando él llegó teníamos 54 plazas cubiertas y ahora estamos en 77. Gaffigan ha hecho un gran trabajo en este sentido, dando una gran estabilidad a la orquesta.

Elder es una personalidad distinta, un maestro de mucha experiencia, y contamos además con un ramillete de directores invitados de primer nivel, tanto en ópera como en sinfónico: Lorenzo Viotti, Timur Zangiev, Marc Minkowski… Vuelven Gustavo Gimeno, Daniele Gatti y Fabio Luisi… Debutan John Eliot Gardiner, Philippe Jordan, Dima Slobodeniuk… 

Es un plantel extraordinario y esto obliga a la orquesta a crecer y a dar lo mejor de sí, desde el barroco al contemporáneo, de Händel a Coll. Esto también es importante porque esta orquesta estaba muy centrada en el romanticismo, tanto en ópera como en sinfónico, y es bueno que ganen flexibilidad para hacer repertorios distintos con total normalidad.

La orquesta además se está moviendo cada vez más fuera de Valencia. Acaban de pasar por el CNDM con la maratón de los conciertos para piano de Beethoven con Javier Perianes y visitarán San Sebastián y Bucarest este verano.

Este año tenemos mucho movimiento, sí. Es importante que la orquesta toque fuera; a los músicos les motiva darse a conocer fuera de Valencia. Fuimos a Úbeda, hemos ido a Madrid, después iremos a San Sebastián y también estaremos en el Festival George Enescu, en Bucarest. Allí actuaremos con el tenor Benjamin Bernheim y haremos también L´heure espagnole.

Con esta temporada se conmemora el XX aniversario de Les Arts, una institución que ha tenido un perfil público complejo de sus inicios, tan faraónicos.

Ya antes de abrirse, con una inauguración que se retrasó mucho, Les Arts nació con dificultades y envuelto en polémica. Por eso creo que una de las aportaciones más importantes de esta gestión que tenemos ahora, con Jorge Culla, es la normalización de la institución. Ya no se habla de Les Arts por tal o cual polémica sino por nuestra programación. A la institución le da tranquilidad no sentirse permanentemente cuestionada. Y es bueno desligar el día a día de Les Arts de ciertos episodios del pasado, ligados a cuestiones como la corrupción, etc. También hubo entonces un distanciamiento importante con respecto al tejido cultural local, que es algo que hemos ido revisando. Pero no quiero que esto suene como una crítica a los que estuvieron aquí antes que yo.

Creo, honestamente, que cada cosa tiene sentido en su momento. Seguramente la única manera de poner en marcha Les Arts, desde la nada, era con un proyecto faraónico, con un bombazo que después se desinfla y que requiere un plan de aterrizaje a un proyecto normal, que fluya. Eso es, creo, lo que pasó con la etapa de Helga Schmidt, faltó ese plan de aterrizaje. Luego llegó el tiempo de Davide Livermore, muy marcada por las apreturas de la crisis económica, con el ERE… Yo estoy seguro de que tanto Helga como Davide se dejaron la piel por esta casa y lo hicieron lo mejor que pudieron hacerlo dadas las circunstancias de cada momento. Yo mismo haría cosas de otra manera pero tengo que tener en cuenta dónde estoy y cómo es esta casa.

Es importante que Les Arts sea noticia, hoy en día, por lo que hacemos artísticamente y no por cuestiones colaterales. Hubo un tiempo en el que la polémica acompañaba a Les Arts de continuo y hemos escapado ya de eso. Al final una institución no se reduce a una persona, afortunadamente. Y en estos veinte años creo que todos los que hemos estado al frente de esta casa hemos ido intentando mejorar el legado de los que estuvieron antes.

¿Y cuáles serían las tareas pendientes o los retos por abordar en Les Arts después de estas dos décadas? ¿Cómo se ve el futuro de esta casa?

Es evidente que ha habido un crecimiento en todos los ámbitos. En materia de repertorio se puede seguir explorando, pero hay que ir poco a poco. La tradición del público actual, por más que hubiera ópera en Valencia hace cien años, es la que es. No ha habido una temporada fija de ópera y zarzuela en esta ciudad durante décadas y ahora seguimos construyendo una afición, un público, una historia… Hay que motivar al público pero sin asustarlo, hay que llevarlo de la mano. Hay margen para seguir creciendo, de manera sólida, con bases firmes como nuestra orquesta, como estas nuevas producciones que impulsamos, etc.

Tarde o temprano vendrá otra crisis, es algo cíclico, y nos tiene que coger preparados. En este sentido se han hecho muchas cosas importantes a nivel estructural y administrativo. Ya no pagamos un millón y pico de alquiler como años atrás. Se han reducido los costes del IBI. Los costes estructurales se han reducido considerablemente y esto nos da más margen para la parte artística. Actualmente estamos en torno a los 8 millones de presupuesto; cuando llegué teníamos un par de millones menos. Queda mucho trabajo por hacer pero creo que sinceramente que estamos en el buen camino.