La reivindicación de Ainhoa Arteta
Sevilla (18/03/2023). Teatro de la Maestranza. La vida breve. Falla. Ainhoa Arteta (Salud). Alejandro Roy (Paco), María Luisa Corbacho, (La abuela), Rubén Amoretti (Tío Salvador). Coro del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección de Escena: Giancarlo del Monaco. Dirección musical: Lucas Macías.
No descubro nada nuevo si planteo que en los últimos tiempos las circunstancias personales y profesionales de Ainhoa Arteta no han sido fáciles. Parece que, superados sus problemas de salud y volviendo paulatinamente a los escenarios, la soprano tolosarra está demostrando y también reivindicando, porque no decirlo, sobre todo a algunos medios especializados que dudaban de su recuperación, que la calidad y la valía que la han colocado en lo más alto siguen estando ahí. Y para muestra esta Salud de La vida breve de Manuel de Falla que con acierto ha programado el Teatro de la Maestranza de Sevilla.
Arteta lo dio todo en esta ópera poco extensa pero que tiene a la protagonista casi en todo momento en escena y le exige una entrega absoluta en lo actoral y en lo vocal. El de Salud es un personaje difícil, clásico en su relación con otras mujeres víctimas del desamor y la traición, ciégamente enamorada de un hombre que la traiciona y que en una especie de Liebestod a la española, cae muerta en la boda de su amante con Candela, una rica señorita granadina. Desde el primer momento no hay lugar más que para el drama y Arteta así lo vive intensamente, con recursos de esa gran vena de actriz que siempre le ha dado un plus añadido a sus trabajos operísticos. Es un trabajo extenuante como se vio al final, cuando en los saludos se veía a la artista extenuada pero feliz. En el aspecto vocal, la soprano también estuvo a gran nivel. Es cierto que hay alguna nota que ya no no brilla como antaño, sobre todo en el agudo, pero ahí están el bello timbre, la excelente proyección (qué bien sabe esta cantante llegar hasta la última fila de un teatro sea este del tamaño que sea), y el gusto en el fraseo, en perfecta conexión con un foso en estado de gracia, del que luego hablaremos. Un clamoroso éxito subrayado por un público puesto en pie cuando una emocionada Ainhoa Arteta saludó al final de la obra.
Buen trabajo del resto del elenco, destacando, claro está, el Paco de Alejandro Roy, pletórico de facultades y que llegó sin problemas a la zona aguda en su intervención solistaen el primer acto. María Luisa Corbacho es una mezzo de voz sonora y bien entonada pero con un vibrato natural bastante notorio, característica que siempre divide a los aficionados según sean sus gustos. Estupendo desempeño del resto de comprimarios, destacando el tío Sarvaor de Rubén Amoretti y el hermoso timbre de Gerardo Bullón como Manuel, y el buen hacer de Alejandro del Cerro como la voz de la fragua. Excelente el canto de Sebastian Cruz como cantaor en la boda del segundo acto. Una vez más el Coro de Ópera del Teatro de la Maestranza, que dirige con maestría Íñigo Sampil demostró la gran calidad y versatilidad de su canto que se adaptó perfectamente a la nada fácil partitura de Falla.
La vida breve tiene una partitura de un nivel altísimo en la que Falla, con sólo 29 años, sin dejar de tener una impronta de excelentes motivos nacionales, se incorpora a la vez a las corrientes musicales que imperaban en la Europa (y especialmente en Francia) del recién nacido siglo XX. El maestro Lucas Macías, que está forjando una interesante carrera, supo acertar con el alma de los pentagramas haciendo que la música del compositor gaditano brillara de una forma especial. Como siempre la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (que anuncia un periodo de paros dada su situación laboral) se comportó como la gran orquesta que es, especialmente los vientos, haciendo estremecer al público que le dedicó junto con Arteta y Macías los mayores aplausos de la noche.
Acierta completamente Giancarlo del Monaco (Alex Aguilera es el responsable de la reposición en Sevilla) con esta producción que estrenara en Les Arts en 2010. Del Monaco minimaliza hasta el extremo la escenografía (también responsabilidad suya), que limita a dos grandes paneles rojos, un gran ventilador en el segundo acto y unas sillas todo el atrezzo. El resto es una perfecta dirección de actores que solo patina en la innecesaria crucifixión del cante que ameniza la boda de Candela y Paco, un recuerdo de la Semana Santa que no aporta nada y mancha la pureza de todo el planteamiento escénico. Pero el resto es magnífico. Tanto en la simplicidad de la primera parte que se sustenta en las dotes de actriz de la protagonista, como en la segunda, más colorista (preciosos los figurines de Jesús Ruiz) y con un excelente baile coreografiado por Nuria Castejón y ejecutado por un espléndido grupo de bailarines.
He de reconocer que Arteta es una de mis cantantes favoritas, porque siempre ha conseguido emocionarme con su canto y con su trabajo en el escenario. Después de un tiempo sin verla, esta Vida breve creo que le ha servido para reivindicarse como la gran figura de la ópera que es, más allá de los programas televisivos o la prensa del corazón, de donde algunos auguraban ya no saldría.