Un lugar donde quedarse
Las Palmas de Gran Canaria. 27/05/23. Teatro Pérez Galdós. Amigos Canarios de la Ópera. Donizetti: Lucia di Lammermoor. Jessica Pratt (Lucia). Xabier Anduaga (Edgardo). Youngjun Park (Enrico). Mirco Palazzi (Raimondo). Rosa Pérez (Alisa). David Barrera (Arturo). Gabriel Álvarez (Normanno). Coro del Festival de Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Lorenzo Passerini, dirección musical. Bruno Berger-Gorski, dirección de escena.
Echando la vista atrás, seguramente sea Lucia di Lammermoor la ópera que más veces he escuchado en directo. Producciones, selecciones, cantantes y, muy especialmente, sopranos. A fuerza de oficio, en ocasiones los críticos debemos construirnos un mundo y una opinión ante una sola función o concierto. Es arriesgado, pero sobre el alambre se baila a base de profesionalidad y de horas de estudio previo... En otras, sin embargo, escuchamos partituras que tenemos grabadas en la médula. Lucia es una de ellas. En total, ya se lo contaba, precisamente a raíz de otra Lucia con Jessica Pratt, serán diez sopranos diferentes en el papel protagónico las que habré escuchado en producciones completas. Unas 15 si contamos las arias de la locura en diferentes recitales. Y alguna de ellas, varias veces, como es el caso de la soprano australiana. Les cuento todo esto para que tengan en la justa consideración, por favor, todo lo que voy a reflexionar a continuación.
Lucia di Lammermoor es uno de mis roles predilectos como amante de la música. Desplegar "el" instrumento en su totalidad. Dotarle de vida, de profundidad, aristas, para una mujer presionada por todos los ángulos del patriarcado. La familia, la sociedad, la iglesia, lo que se supone que es el amor... Lucia lo encierra todo, máxime tratándose de bel canto. Tanto como para desplazase de un teatro a otro para escucharla y, sin embargo, esta ha sido la primera vez en 30 años que el nombre de un tenor me ha traído hasta uno de ellos. Xabier Anduaga debutaba, por fin, el esperado rol de Edgardo. Era algo lógico: Viva la Mamma, Elisir, Fille, Don Pasquale, Bolena... aquella Lucrezia y el Castello en Bérgamo!... Todo apuntaba a que, por su facilidad en el agudo, el centro coloreado, amplio, la morbidez a flor de labio, el fraseo encendido... este podía ser un papel que se adecuase a la perfección a sus medios. ¡Y vaya si lo ha sido! El de Anduaga, ya en su mismísimo debut, es el mejor Edgardo que yo haya escuchado en los escenarios. Kraus, Pavarotti y Aragall fueron los tres primeros tenores en cantarlo en Las Palmas de Gran Canaria y estoy seguro de que, si alguien pudo escucharlos entonces, las formas de Xabier Anduaga han tenido que retrotraerles hasta aquel pasado. Ni mejor ni peor. Sí el de los grandes nombres, aquellos que hacen vibrar a todo un teatro a la vez, palpitando con un arte extraordinario. Al terminar el Verrano a te del primer acto, junto a Jessica Pratt, lleno de matices, sobreagudos, ese agudo potente, amplio, final... pianissimi, medias voces, colores al fin y al cabo... ¡auténtico fraseo! No les miento al confesarles que me descubrí a mí mismo al borde del asiento, queriendo aplaudir y gritar a la vez... el corazón por la boca, como sólo ocurre en momentos contados, contadísimos en la lírica.
Me lo decía el propio Xabier, recientemente, en un podcast. Si Rossini fue el lugar por donde, de algún modo, comenzar y Mozart los compases de transición, Donizetti ha de ser, a fuerza de lo arrobado, un lugar donde quedarse. Ya ha anunciado próximos compromisos con Verdi como La traviata (Alfredo) y Rigoletto (Duca); Puccini y Massenet en un par de temporadas parecieran objetivos a considerar (Rodolfo de La bohème o Werther), pero Donizetti... Donizetti es el compositor con el que, por el momento, el donostiarra está llamado a echar abajo los teatros de medio mundo. Aún quedaba mucho más del tenor en una noche de la que no puede objetársele nada. Echó arrestos en la escena de la torre, con una zona grave siempre bien aseada, quiso mostrar siempre cierto patetismo dramático, intentando comprender los porqués de su personaje, mostrar algo de humanidad en él. La acentuación, la curva de la palabra y la frase que en ocasiones yo mismo he podido achacarle, estuvo en todo momento, aquí, elegantemente delineada, encendida cuando así se requiere, construyendo y matizando. Y extendió alas de verdadera magia vocal en su escena final. Una suerte de escena de la locura que Donizetti regala al tenor, junto a la de Devereux (¡Ay, Devereux en la voz de Anduaga!) y que tantas veces aquí, por la colocación final tras la muerte de la protagonista, termina pasando como un trámite. Con el cantante vasco puede comprenderse por qué Donizetti hizo las cosas como las hizo. Todas en lo referente a Edgardo.
A su lado, la Lucia de Jessica Pratt, una de las Lammermoor referenciales de su generación y en la actualidad. Matizadísima tanto en lo actoral como en lo vocal, donde degustó y dio forma a cada frase como sólo las grandes saben hacer, la encontré en esta ocasión (tras una última en Les Arts de València donde Anduaga cantaba el Arturo) mejor que nunca. Por supuesto, volvió a cautivar con momentos de pura orfebre, como su comienzo a solo del mencionado Verrano a te. Se mostró, no obstante, siempre exultante en su franja aguda, como en este dueto con el tenor, el siguiente con el barítono y el posterior con el bajo. Delicada y detallista, siempre, a partes iguales. Límpida, díafana en el timbre y el decir de su página de salida; excepcional en su escena de la locura, cuya primera parte bisó tras la insistencia del público. Algo que se le debía, de alguna manera, desde aquel estupendo debut con la Marie de la Fille de hace unas temporadas.
A Youngjun Park, quien mostró un bello timbre y voz amplia, aún puede requerírsele más, mucho más tanto en lo puramente escénico como en el dibujo vocal de su Enrico, demasiado plano y carente de matices en cualquier sentido. Voz plena, rotunda, de las que se agradece escuchar, pero que necesita mayor gradación para llegar a emocionar. Era también su debut en el papel, por lo que se espera pueda terminar de darle forma, de hacerlo suyo como Jessica hace absolutamente suya la Lucia y como demostró Xabier que puede hacerse ya desde una primera vez. El cuidado en las formas. Aún más ante una dirección de escena, firmada por Bruno Berger-Gorski, ayuna en ideas y detalles, algo demasiado complicado de entender con una historia como esta entre las manos e irritantemente literal por momentos, como en la narración de Lucia con Regnava nell silenzio... Quando rapito in estasi. Creo que es la primera vez que veo aparecer al fantasma, literlamente hablando y que las aguas se tiñen rojas. La escenografía es sencilla, tradicional y va a lo seguro. Parecen inevitables tantas veces los cortinajes y las grandes mesas en Lucia... Pero la ópera, el teatro, requieren de nosotros que pongamos en juego algo de nuestra imaginación... ¡por poco que sea! Supongo, no obstante, que todo puede pasarse por alto cuando se cuenta con voces como las protagonistas... aunque direcciones así no ayuden nada a los cantantes más jóvenes a desarrollar su personalidad sobre los escenarios.
El resto del reparto reunido cumplió con sus respectivos cometidos, no sin pasar algún apuro el Raimondo de Mirco Palazzi, adecuado en la mayor parte de sus escenas, en cualquier caso. Correctos la Alisa de Rosa Pérez y el Normanno de Gabriel Álvarez, quien se ha terminado de graduar en el Conservatorio de Canarias entre estas funciones. Muy grato, asimismo, el Arturo de David Barrera, en sustitución del inicialmente previsto Francisco Corujo. Desde el foso, dirigió a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria la battua encendida de Lorenzo Passerini, quien acompañó a las voces con aparente cuidado y abrió la mano en los momentos puramente orquestales, como la introducción, con efusivos contrastes y tempi que cargaron con el peso del drama, más allá de la escena.
Paseando por Las Palmas, que año tras año no deja de maravillarme, di con otra frase de uno de sus grandes vecinos universales, Benito Pérez Galdós: "La historia está en lo que hacen todos y en lo que hace cada uno", de El equipaje del rey José. La historia de los Amigos Canarios de la Ópera y la lírica de Las Palmas se hace temporada a temporada, sustentada en voces extraordinarias. Este ha sido, una vez más, el caso; con la historia propia de una soprano, Jessica Pratt, que es referencia en el bel canto y la de un tenor, Xabier Anduaga, que, a pesar de llevar cantando a Donizetti durante años, ahora sí, con Edgardo ha terminado de encontrar un lugar donde quedarse... como lo hemos encontrado todos en su voz y, por qué no decirlo, en Las Palmas de Gran Canaria. Conocer a melómanos y melómanas que me reconocen durante el viaje (por favor, ¡no dejéis de saludarme!), charlando amistosamente porque vienen, también, en peregrinación a la Isla a escuchar ópera. Encontrarse con tantos amigos aquí, incluídos quienes preparan las próximas funciones... Gran Canaria y Las Palmas respiran muchas realidades, también una lírica. Y quedarnos unos días más para volver a saludar a Juani, la lanzaroteña a quien conocimos el año pasado durante las fiestas del Día de Canarias. Quedamos en volvernos a ver este año. En la misma calle. En el mismo lugar. Y sé que estará ahí. Gran Canaria siempre está ahí. Voy y vuelvo, pero en ella muchos hemos encontrado, de alguna manera, ya digo, un lugar donde quedarnos.