T22 Don Pasquale 075

Sin magia 

Barcelona. 21/09/2022. Gran Teatre del Liceu. Donizetti: Don Pasquale. Carlos Chausson (Don Pasquale). Sara Blanch (Norina). Xabier Anduaga (Ernesto). Andrzej Filonczyk (Malatesta). David Cervera (Notario). Damiano Michiletto, dirección de escena. Josep Pons, dirección musical.

Congregando a un público ciertamente infrecuente, cuajada la platea de personalidades y socialités de toda índole, el Gran Teatro del Liceu levantaba este miércoles el telón de su temporada 22/23, volcada en conmemorar el 175 aniversario de coliseo barcelonés. La propuesta, sobre el papel, distaba de ser lo que uno espera de una apertura de temporada, no por el elenco, sino incluso por el título mismo, poco ambicioso para una puesta de largo. Y es que la pandemia ha hecho mucho daño, mucho más del que nos pueda parecer a priori, y me consta que este Donizetti no era la idea original que Víctor García de Gomar barajó para abrir este curso en el Liceu. Pero las cuentas mandan... (y ojalá me equivoque, pero un Don Pasquale no es, ni mucho menos, un título con tirón en taquilla).

Sea como fuere, tuve ya ocasión de ver esta misma producción de Damiano Michieletto en París en 2018, cuando se estrenó, con las voces de Michele Pertusi, Nadine Sierra y Lawrence Brownlee. Repasando mis líneas de entonces, compruebo que mi impresión no fue tan severa como en cambio sí lo ha sido ahora en el Liceu, quizá también porque la propuesta, de reposición en reposicion, ha dejado por el camino algunas de sus señas de identidad más genuinas (el Liceu, por cierto, debería aspirar a abrir temporada con una producción propia...). 
 
Siguiendo las líneas que acompañan a su propuesta en el programa de mano del teatro, está claro que Michieletto ha hecho los deberes y ha comprendido bien lo que se trae entre manos: la mezcla entre comedia y tragedia, la ambivalencia entre lo dulce y lo amargo (Dulc-amara), la figura del anciano incauto que se deja envaucar por una jovencita, etc. Pero a la postre, el director de escena italiano juega demasiado con la frivolidad, insinuando incluso un embarazoso escarnio de la tercera edad, en la escena final. No es que la propuesta de Michieletto sea irreverente, nunca juega la carta de la provocación; su pecado es quizá más grave y es que resulta banal. Confieso que me aburrí mucho durante la representación, en la que no hubo ni magia, ni humor ni siquiera esa sensación agridulce que uno espera encontrar al cabo de este libreto. 
 T22 Don Pasquale 073

En esta ocasión el elenco estaba liderado por el veterano bajo buffo zaragozano Carlos Chausson, toda una autoridad en estas lides: oficio a raudales aunque también algunos síntomas de fatiga. No en vano el propio Chausson me confesaba, en la víspera del estreno, que este será su último personaje protagonista sobre los escenarios, en la senda ya hacia una retirada que no tardará en llegar. Lo cierto es que la voz sigue estando ahí, entera y sonora. Y su maestría en escena se encarga de hacer el resto. Su Don Pasquale fue una lección de teatralidad e inteligencia. 

En la parte de Norina, la soprano tarraconense Sara Blanch cuajó una interpretación irreprochable. Su instrumento no es especialmente voluminoso (lo normal para una soprano ligera, ni más ni menos) y en esta ocasión ni el foso ni la escenografía remaron a favor de una mejor proyección de su voz. En todo caso, nada que pudiera empañar su ejemplar manejo de los recursos belcantistas y su manifiesto desparpajo escénico.

Recién completadas tres representaciones en concierto de I puritani en Nápoles, el tenor Xabier Anduaga firmó un buen debut en las tablas el Liceu, exhibiendo una voz amplia y bien timbrada, desenvuelta en el agudo. Como es lógico dada su juventud, a Anduaga le falta afianzar una mayor desenvoltura escénica, con mayor variedad de recursos teatrales. Pero todos los indicios al escucharle son los de un tenor llamado a triunfar de modo incontestable. Su dúo con Sara Blanch, ‘Tornami a dir…’ fue con diferencia lo más esmerado y hermoso de la velada (quizá incluso lo único mínimamente emotivo en toda la noche). 

Completaba el elenco el barítono Andrzej Filonczyk, muy comprometido con la propuesta de Michieletto e intachable en su labor vocal, con un instrumento firme y comandado por una técnica capaz.

T22 Don Pasquale II 031

Josep Pons ha hecho un gran trabajo estos años elevando el listón de la Orquesta del Liceu, impulsando la renovación de sus atriles y estabilizando su desempeño. Sin embargo, no puede decirse que sea un maestro familiarizado con la ópera italiana, ni mucho menos. Y este Don Pasquale ha dejado en evidencia importantes carencias, como un exceso generalizado de decibelios y un impulso a veces desmedido. Cierto es que Pons supo acompañar y arropar a las voces en los momentos más líricos, pero faltó magia de principio a fin de la representación. En conjunto, la consonancia de foso y escena no logró encender la mecha, por evidentes que fueran las buenas intenciones de todos los implicados en estas representaciones.  

Fotos: © David Ruano