Habemus tenor
Peralada. 28/07/2023. Iglesia del Carmen. Festival Castell de Perelada. Obras de Verdi. Freddie de Tommaso, tenor. Audrey Saint-Gil, piano.
Fiel a su usanza, un año más el Festival de Perelada ha vuelto a poner su mirada sobre las voces con mayor potencial del panorama actual. Es el caso del tenor angloitaliano Freddie de Tommaso, flamante ganador del Concurso Viñas en 2018, refrendado también ese mismo año en el certamen Operalia y quien atesora ya dos discos bajo el sello discográfico de Decca, del que es artista exclusivo. De Tommaso ya había debutado en Peralada el pasado mes de abril, en ocasión de la primera edición de Pascua de este mismo festival.
Estamos antes una voz indudablemente importante; y es que no solo es grande, por volumen y presencia, sino que suena amplia y generosa, de caudal grato y sonoro, con notable extensión en los extremos. El instrumento posee un centro sólido y más bien oscuro, de tintes baritonales, rematado por un tercio agudo soleado y brillante, por lo general desahogado y firme, más ancho que en punta.
El fraseo es incisivo y contrastado, de amplio vuelo lírico en las páginas de mayor aliento. El cantante transmite una general impresión de naturalidad y facilidad con su canto, sin tensiones ni trucos, una voz sana y en forma.
Su canto, que transmite una general impresión de madurez, está cuajado de pequeños detalles que parecen tomados, sin afán alguno de imitación, de grandes tenores del pasado, desde Corelli a Domingo pasando por Carreras o Bergonzi, conformando un estilo canoro de vieja escuela, en el mejor sentido del término.
En el debe, quizá le falte algo de carisma y magnetismo, una mayor capacidad para transmitir y emocionar, pero el potencial es extraordinario para un cantante que ha cumplido los treinta años recientemente. Si nada se tuerce, podemos tener un tenor ideal para Verdi y Puccini durante la próxima década, partenaire perfecto además para otra cantante de su misma generación, Lise Davidsen, con la que ya ha compartido escenario (recientemente en la primera Tosca de la intérprete noruega, sin ir más lejos).
Del programa presentado en la Iglesia del Carmen de Peralada, una suerte de ‘tutto Verdi’, me quedaría sin duda con su recreación de las escenas de Luisa Miller (‘Quando le sere al placido’) y Un ballo in maschera (‘Ma se m´e forza perderti’), amén de un ‘Ah si ben mio’ de Il trovatore de muy buena factura. Escuchamos también páginas de I Lombardi, Il Corsaro, Aroldo y La traviata, amén de algunas canciones de Verdi, a decir verdad raramente escuchadas y desgranadas aquí con la entidad de verdaderas romanzas de ambición operística.
Freddie de Tommaso estuvo muy bien escoltado por la pianista y directora francesa Audrey Saint-Gil, quien exhibió seguridad y musicalidad a raudales, brillando además con luz propia en las piezas previstas para piano solo, especialmente en una espléndida versión de la obertura/preludio de Macbeth.
El recital se enmarcaba en la celebración de la ya histórica colaboración entre el Festival Castell de Perelada y el Gran Teatre del Liceu, durante dos décadas y media, en las que las huestes del coliseo catalán han acompañado la actividad del festival en numerosísimas ocasiones. Así, tras el recital, se hizo entrega al Liceu de la Medalla del Festival de Perelada, entregada a Salvador Alemany de manos de Isabel Suquet, en un acto que contó también con la presencia de Valentí Oviedo, director general del Liceu, y Víctor García de Gomar, principal responsable artístico del mismo, amén de Oriol Aguilá, director artístico del festival y quien abrió el acto con unas palabras glosando la histórica relación de Peralada con el Liceu, desde los tiempos de Carmen Mateu y Montserrat Caballé.
Foto: © Miquel González – Shooting